Introducción
Capítulo 1
LA CENTRALIDAD DE LA FE PRÁCTICA EN SCHOENTATT
La fe práctica en la divina Providencia: su pasión
Schoenstatt es, por excelencia, un hijo de la Providencia
La historia de nuestra Familia
Schoenstatt se ha ido desarrollando según el plan divino
En el comienzo de la historia de Schoenstatt está sólo la fe en la divina Providencia
Schoenstatt se guía por la “ley de la puerta abierta”
De dónde proviene el término “ley de la puerta abierta”
Puertas abiertas y puertas entreabiertas
La fe práctica como la fuerza propulsora
Schoenstatt, una esfera en manos de Dios
Una tierra desconocida
La “genialidad de la ingenuidad”: Dios nos habla por las circunstancias
Hijos de la Providencia
Una fe probada
Descubrir las voces del tiempo a través de problemas
Las dificultades nos fortalecen
Schoenstatt, hijo de la guerra
Capítulo 2
EL CARISMA PROVIDENCIALISTA, DON Y MISIÓN
El mensaje de Schoenstatt
La fe práctica vista como un carisma de Schoenstatt
Un carisma propio del P. Kentenich
En el centro de la espiritualidad de Schoenstatt
Concepción de la vida y la cosmovisión schoenstatianas
Un único anhelo: guíanos según tus sabios planes
El providencialismo es fuente de conocimiento
Recibir las tareas que Dios nos entrega y realizarlas
Una fe activa
Capítulo 3
UNA HERENCIA QUE COMPROMETE
La fe práctica, gracia y carisma regalados a todos los hijos de Schoenstatt
Testimonio personal del P. Kentenich
No buscar signos extraordinarios
Nuestra misión es la armonía entre la Causa Primera y las causas segundas
Nuestra tarea es encontrar la voluntad de Dios y anunciarla
Una fe en la divina Providencia que mira hacia el futuro
Riesgo y audacia en la historia de Schoenstatt
Educar en la fe práctica a las generaciones futuras
Fe en la divina Providencia como tarea de Schoenstatt
Otear el horizonte
El camino por el cual Dios nos conduce
“¡Envíame!”
Capítulo 4
LA LEY DE LA PUERTA ABIERTA Y DE LA RESULTANTE CREADORA
Dos leyes de la conducción de Dios
Las rendijas en la historia de Schoenstatt
Dos tipos de puertas abiertas, de Dios y del demonio
Dios nos ha guiado de manera extraordinaria
Saber esperar.
La ley de la resultante creadora (a)
La ley de la resultante creadora (b)
Fuerzas creadoras extraordinarias
Capítulo 5
EL PROCESO FUNDACIONAL VISTO DESDE LA FE EN LA PROVIDENCIA DIVINA
Capítulo 6
COMO SE LLEGÓ AL ACTA DE FUNDACIÓN
Una alianza de amor original
Cada persona, cada hecho, es un saludo de Dios, una puerta abierta
La Providencia señalaba cada paso
Apéndice 1
EL CAMINO DE LA FE PRÁCTICA EN SCHOENSTATT
Puertas abiertas en el desarrollo de Schoenstatt
El folleto “Tres medios para salvar a la juventud”
El interés por las misiones
El folleto “El Mensajero Mariano”
Artículo de Bartolo Longo
El libro “Ingolstadt-Schoenstatt”
La “congregación externa”
Incorporación de las mujeres
Resumen: Schoenstatt, una gran y misteriosa esfera
La fe práctica en el tiempo del nacionalsocialismo
La fe práctica en el tiempo en Dachau
La ley de la puerta abierta en la “estructura interna”
La fe práctica en el tiempo después de Dachau
La fe práctica en el tiempo bolchevique
Apéndice 2
RASGOS DEL HOMBRE PROVIDENCIALISTA
Crecer como hijos de la Providencia
Características de los hijos de la Providencia
Un cambio de ruta
Tres cualidades del hombre orientado hacia el más allá
El Padre Dios irrumpe en nuestra historia
El Padre se preocupa de nosotros
Un saludo del Padre Dios
Nuestra respuesta: entrar en la intimidad de Dios
Un paso decisivo en nuestra vida religiosa
La meditación, escuela de la vida
El apoyo de la comunidad
La oración de unos por los otros
Un texto bíblico para complementar
Fuentes
Del P. José Kentenich
Otros libros
El Autor
Capítulo 1
LA CENTRALIDAD DE LA FE PRÁCTICA EN SCHOENTATT
"Schoenstatt en su devenir, en su esencia y en su actuar, es marcadamente un hijo de la Providencia", afirma el P. Kentenich; y agrega que la fe práctica es nuestro carisma radical.
Decir que Dios es providente, en lenguaje teológico, significa que Dios cuida, conserva y rige el destino de la creación, de todo el mundo y también de cada persona. Schoenstatt ha destacado con gran fuerza la revelación del Dios providente y la respuesta filial y activa del hombre en la realización de su plan de amor. Aunque como Movimiento de Iglesia es generalmente reconocido como un Movimiento marcadamente mariano, sin embargo, afirma el fundador, Schoenstatt es ante todo un Movimiento "patrocéntrico", centrado en la persona de Dios Padre, que Cristo nos vino a revelar. Lo expresa así al final de su vida, en 1967:
Se nos repite y se nos echa en cara que somos singularmente marianos. Pero en la práctica somos –y lo digo acentuándolo– singularmente patrocéntricos y somos de manera singular patrocéntricos–, porque somos de manera singular marianos.
El P. Kentenich propone una forma proactiva, concreta, aplicada, que busca conformar íntegramente la vida cotidiana.
En este libro recogemos textos que ilustran la vida según la fe práctica en la divina Providencia tanto en la propia persona del fundador como en la historia de su Obra.
Para el P. Kentenich, la historia es la gran "maestra de la vida". Afirma: tenemos que "ir a su escuela" para aprender lo que Dios ha querido mostrarnos. Por eso, miramos y admiramos con gratitud lo que ella nos enseña. Pero no nos quedamos vueltos al pasado. El ejemplo del P. Kentenich nos urge a caminar por la misma ruta que él abrió, animados e inspirados por su ejemplo y acompañados espiritualmente por él: "¡Su herencia nos urge!".
La fe práctica en la divina Providencia: su pasión
El texto que transcribimos a continuación, posee un carácter intensamente personal y autobiográfico. Nos muestra cómo la fe práctica no significa para el P. Kentenich simplemente una doctrina sino que nace de su propia experiencia vital. Aparece así con claridad la fuerza y extraordinaria conciencia de misión que imprimieron su actuar como fundador de Schoenstatt.
Toda persona que haya tomado un contacto más estrecho conmigo sabe que todos mis emprendimientos se ajustaron a un plan claro y bien meditado, y no a simples antojos o emociones.
Igualmente resulta evidente que ese plan tomó como norte el plan divino. Lo hizo con gran esmero, con un cuidado excepcional, y siempre a conciencia. Por eso la expresión: "Está en el plan" es una frase clave para interpretar toda mi estructura personal, mi pensamiento, mi amor, mi vida y mi labor; es el alma de mi alma, el alma de Schoenstatt y el secreto de mi extraordinaria tranquilidad, seguridad y audacia. Tranquilidad, seguridad y audacia que se irradian de todo aquel que esté arraigado en el mundo sobrenatural.
En el transcurso de mi larga vida traté a muchas personas, acogí incontables personas y secretos de vida; pero hasta ahora no conocí a nadie que tomase como norte la idea del plan divino y de la asociación de la planificación humana con la divina, de una manera tan fuerte, tan ferviente y excluyente, tan radical y consecuente, incluso casi sin miramientos, y ello en todas las situaciones de la vida, tanto en las más grandes como en las insignificantes.
Una persona que al menos supo ver cabalmente la dirección de mis aspiraciones, cree poder afirmar:
"Desde que yo lo conozco, usted ha quedado en mi memoria como el hombre plenamente arraigado en un mundo sobrenatural, y capaz de integrar ese mundo a las realidades del más acá. Usted vive en la tierra del origen como una persona a quien su proveniencia se le ha convertido en ´passio´ dominante. Y ´passio´ entendida en sus dos sentidos: como pasión y como destino padecido". (1958)
Schoenstatt es, por excelencia, un hijo de la Providencia
Éste es tal vez uno de los textos más claros en los que el P. Kentenich explica y desarrolla su visión de Schoenstatt como "hijo de la Providencia".
Desde sus primeros comienzos hasta ahora, Schoen-statt siempre ha tenido sólo una meta ante sus ojos: Dios y sus planes. No han sido ni el propio querer ni los deseos, ni han sido los negocios ni regateos ambiciosos los que han guiado sus pasos y han puesto su espíritu en movimiento. En todas las situaciones, se ha orientado en forma rigurosa por la petición del Padrenuestro:
Padre nuestro... hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo...
En esto tuvo siempre en cuenta las palabras de san Agustín:
Hay dos voluntades: Dios quiere y tú quieres. Tu voluntad debe regirse por la voluntad divina. No debes intentar dar vuelta la voluntad de Dios hacia la tuya. Porque tu voluntad es falible. El querer de Dios es la norma. La norma debe ser tomada en cuenta y la voluntad extraviada debe corregirse de acuerdo con la norma.
Lo mismo nos quiere decir san Francisco de Sales cuando advierte:
Preocúpate de no amar la voluntad de Dios porque está de acuerdo con la tuya, sino, por el contrario, ama la tuya solamente porque corresponde a la de Dios.
Si quisiéramos caracterizar los anhelos más radicales y más profundos de Schoenstatt: sus expectativas y deseos, sus planes y riesgos, su luchar, llevar y soportar, con sólo una frase, no podríamos elegir una más adecuada que las palabras que Gerardo Majella hizo colocar en grandes letras en la puerta de entrada de su celda de enfermo:
Aquí se realiza la voluntad de Dios: lo que Dios quiere, cómo Dios lo quiere y en cuanto Dios lo quiera.
O la frase favorita del mismo santo:
¡Oh santa voluntad de Dios! ¡Oh santa voluntad de Dios! ¡Qué feliz es el que aprende a no querer otra cosa que lo que Dios quiere!
Es por eso que Schoenstatt ha atravesado y sigue avanzando, tan tranquilo, con tanta seguridad y paz, a través de todos los escollos y tormentas del tiempo, firmemente convencido de la verdad de la frase:
Solamente cuando aceptamos el mandato de una voluntad superior, que nos exige grandes cosas y que piensa grandes cosas de nosotros, podemos encontrar la paz. (Prohászka)
Todo esto es lo que queremos declarar cuando con alegría decimos: Schoenstatt es por excelencia, un hijo de la Providencia. Se ha esmerado siempre, siguiendo la ley de la puerta abierta, en averiguar y realizar los planes de Dios respecto del ser y del deber, también cuando fue necesario escalar empinadas cumbres y cruzar profundos abismos. Y hemos recibido abundantes bendiciones al enfrentar ambos obstáculos.
¡Cómo habríamos podido llegar nosotros, que nos contamos entre los pequeños y desconocidos en el mundo y la Iglesia, a nuestra imagen directriz, que posee tanta grandeza y actualidad universal! ¡Cómo habríamos podido llegar a nuestra gigantesca y novedosa visión del futuro y a su realización que, tanto en el país [Alemania] como en el extranjero, se lleva a cabo, paso a paso, pero con una progresión claramente perceptible, si Dios no hubiese estado detrás de todo esto!
Sin Dios, sólo sería explicable por un delirio humano de grandeza o atribuyéndolo a una influencia diabólica o viendo a Schoenstatt como obra e instrumento en manos de Lucifer. Contra esto se levantaría necesariamente en protesta todo lo que la historia de Schoenstatt puede informarnos: Los frutos sobrenaturales, de raíces sobrenaturales, los medios sobrenaturales de la oración, el sacrificio y el dolor y sus fines sobrenaturales.
Por eso, no es el hombre sino Dios quien está en el comienzo de la historia de Schoenstatt. Así lo expresa claramente el Acta de Fundación:
Quien conoce el pasado de nuestra Congregación no tendrá dificultades en creer que la divina Providencia tiene designios especiales respecto a ella. (1914)
Dios está presente en cada etapa, en cada acontecimiento... Cada eslabón de la larga cadena de manifestaciones de vida y formas de organización lleva impresa en su frente la frase:
Aquí se realiza la voluntad de Dios.
Kolping dice:
Saber que Dios guía nuestro camino es una gran sabiduría en la vida; lástima que generalmente la alcanzamos demasiado tarde.
Casi nos atreveríamos a decir que a todos los hijos de Schoenstatt se les da esta sabiduría desde la cuna, es decir, se les regala unida a su consagración a la Madre tres veces Admirable. Como hijos de la divina Providencia aprendemos muy pronto a amar la voluntad de Dios y a cumplir las palabras de Guardini:
En la medida que el cristiano va más profundo, más se despierta en él la preocupación por la voluntad de Dios, más conciencia adquiere de que esa voluntad es lo más valioso, lo más delicado y poderoso en nosotros.
Agregamos: Y todo esto porque esta voluntad no es algo rígido que sólo conoce mandatos sino que está dirigida por el amor infinito del Padre Dios. A esto hace clara referencia la oración del Señor. No en vano nos insta sin más a rezar:
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
Primero, debemos tomar conciencia de que Dios es nuestro Padre. Por eso la advocación: "Padre nuestro..." (1952/53)
La historia de nuestra Familia
La expresión "nuestra historia es una historia sagrada", usada por el P. Kentenich, apunta a descubrir la iniciativa de Dios en Schoenstatt, así como en la vida personal. Nos invita a amar la Biblia y a acudir a ella como escuela de la fe en el Dios de la vida , y al mismo tiempo destaca que junto al Antiguo y Nuevo Testamento vivimos el "testamento más nuevo" de la historia de la Iglesia, del Dios que sigue actuando en el mundo.
¿Qué significa que nuestra historia es una "sagrada escritura"? Dios nos habla, nos comunica cosas. ¿Por qué vía? "Escribiendo" algo. Él mismo "escribe" en la historia. ¿Cómo? Mediante el Verbum divinum incarnatum . Las voces de los tiempos son voces de Dios. Dios habla... ¿cómo? A través del desarrollo de la historia. Esta ley que pongo de relieve vale naturalmente para todas las ramas del Movimiento y para todas las etapas de la historia. Antaño solía decir a nuestros sacerdotes: Lo que llamamos nuestras sagradas escrituras, la interpretación de la historia, es, por eso, algo necesario y esencial para nosotros, porque todo se puede interpretar a la luz de la ley de la puerta abierta. Dios abre una puerta... ¿Cómo? Mediante la historia misma.
Nos interesa sobre todo recordar dónde radica la fuente de conocimiento para todo lo que se ha gestado en la Familia. Sabemos la respuesta teórica; pero esta debe ser profundizada continuamente en el plano práctico. Se trata de la ley de la puerta abierta y de la resultante creadora.
Les he señalado paso a paso lo que fue surgiendo de esa búsqueda de la voluntad divina. Fue una singular forma de búsqueda...una búsqueda de puertas abiertas. ¿Cómo se abrían esas puertas? Recordemos nuevamente la tríada: voces del tiempo, voces del corazón y voces del ser. Grabémonos en particular lo siguiente: en Schoenstatt nada se ha gestado a partir de una actitud de alguna manera independiente y autónoma; nada se ha gestado por mera casualidad, sino en virtud de un examen y revisión extraordinariamente cuidadosos: ¿Qué es lo que realmente quiere Dios? (1965)
Schoenstatt se ha ido desarrollando según el plan divino
En Schoenstatt nada ha sido "fabricado", en el mal sentido de la palabra, sino que todo se ha desarrollado en forma lenta y consecuente, según el plan divino que, poco a poco, se nos ha manifestado por la misteriosa conducción de Dios a través de la ley de la puerta abierta. Esto vale no sólo para el Acta de Fundación como un todo, sino también para cada una de sus partes. Éstas están compenetradas por las ideas y las fuerzas vitales presentes en la prehistoria de Schoenstatt, desde 1912, y llevan en sí la historia posterior hasta nuestros tiempos y –Dios así lo quiera– hasta el fin de los tiempos. (1952/53)
En el comienzo de la historia de Schoenstatt está sólo la fe en la divina Providencia
La fe en la divina Providencia es la fuente viva de la cual la Familia ha recogido los deseos de Dios respecto a su ser y a su deber ser; ella es el indicador de camino que nunca la dejó; ella quiere y debe ser, sin excepciones, la medida orientadora y decisiva hasta el final de los tiempos. (1948)
No es difícil demostrar cómo la Familia, en su desarrollo y en su crecimiento, se ha alimentado, hasta hoy, en forma sobresaliente, de esta fuente. Con cuánta frecuencia hemos oído y reconocido que no ha sido ni una visión ni sueños visionarios los que han apadrinado su fundación y desarrollo, sino sólo la simple fe práctica en la divina Providencia. Una fe en la divina Providencia que ha sabido ver, reconocer y aceptar la bondadosa y poderosa mano paterna que ata y enlaza, y el deseo suplicante del Padre que se nos han manifestado de a poco en los problemas y necesidades del tiempo, en los grandes acontecimientos del mundo y en su conducción y disposiciones en nuestro pequeño círculo. Así, no vale para nosotros la acusación del Señor: "Saben interpretar los signos del cielo y, sin embargo, no saben interpretar las señales de los tiempos" (Mt 16,3).
El fundamento del Acta de Fundación es el deseo y la voluntad de Dios tal como la hemos interpretado, providencialmente, a partir de la historia de la Congregación mariana. Hay que fijarse en el siguiente párrafo:
¡Cuántas veces en la historia del mundo, ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande, de lo más grande! ¿Por qué no podría suceder también lo mismo con nosotros? Quien conoce el pasado de nuestra Congregación no tendrá dificultades en creer que la divina Providencia tiene designios especiales respecto a ella. (1914)
En el comienzo de la historia de nuestra Familia no está, por lo tanto, el hombre, sino Dios. No está el querer humano, sino el plan y el deseo de Dios. El pequeño hombre sólo buscó y busca, lleno de respeto, averiguar el grandioso y bondadoso plan de Dios y adaptarse a él. Desde entonces, ha sido siempre una costumbre, que se ha ido enraizando y desarrollando cada vez más entre nosotros, preguntarse en todas las ocasiones y acontecimientos: ¿Qué quiere con esto el Padre Dios? ¿Qué plan tiene la divina Providencia? Y debido a que, como hijos de la guerra, hemos sido tan abundantemente sacudidos y agitados por los cuatro costados, esta actitud se ha hecho carne de nuestra carne, se ha hecho casi como una segunda naturaleza. (1944)
Schoenstatt se guía por la "ley de la puerta abierta"
El P. Kentenich usa normalmente esta expresión para referirse a la fe práctica en la divina Providencia. Guiarse por las puertas que Dios abre y pasar por ellas, significa dejarse guiar por su divina Providencia.
Describe así la fe práctica valiéndose del léxico y del ejemplo de san Pablo. Tal como el apóstol sigue una gran meta: "instaurar todo en Cristo Jesús", él está cautivado por la gran "idea directriz" de Schoenstatt: la creación de un tipo de hombre nuevo y nueva comunidad. A semejanza de san Pablo busca las "puertas abiertas" que Dios le va señalando, a fin de ir realizando progresivamente esa gran meta.
De dónde proviene el término "ley de la puerta abierta"
Ustedes se preguntan de dónde procede el término "ley de la puerta abierta". La breve respuesta dice así: El término "ley de la puerta abierta", en esta clara formulación, procede de mí. No recuerdo haberlo leído nunca en otra parte. Se inspira en la práctica de san Pablo quien, a la hora de asumir tareas apostólicas, dejaba que Dios le abriese las puertas mediante las circunstancias. (1961)
Puertas abiertas y puertas entreabiertas
Dios está, pues, al comienzo de la Obra; está en su centro y quiere también estar al final. La cooperación humana se limita a escuchar y obedecer filialmente. La expresión "ley de la puerta abierta" nos muestra dónde está la dificultad en todo esto. Esta expresión, que quiere representar la fe en la Providencia, está tomada del léxico y de la sabiduría de vida de san Pablo. Él estaba totalmente compenetrado por la gran idea de su vida: estaba llamado y designado para omnia instaurare in Christo (Ef 1,10). Dónde debía ir para alcanzar este fin y qué debía hacer en particular para ello, se lo hacía mostrar y decir por el Señor a través de los acontecimientos, de las puertas que se abrían. (cf. 1Cor 16,8 y ss.; 2Cor 2,12)
En la primera Carta a los Corintios dice: ostium apertum magnum et evidens . Pero éste no ha sido siempre el caso. A menudo se ha dado la situación de que la puerta no estaba ampliamente abierta, por lo menos no en la consideración de la inteligencia humana, aunque estuviese guiada por la gracia. Solamente se abría una rendija.
Sólo una actitud profundamente sobrenatural podía ver aquí más claro y actuar con mayor decisión. El teólogo habla en este contexto, como ya lo hemos insinuado, del perfeccionamiento de las virtudes teologales por los dones del Espíritu Santo. No es raro que todo ello signifique para la naturaleza un salto mortal para el entendimiento, la voluntad y el corazón. (1951)
La fe práctica como la fuerza propulsora
Quien quiera comprender a Schoenstatt tiene que habérselas con su grande, clara, contagiosa y entusiasmante idea, pero también debe conocer las fuerzas propulsoras que han actuado en su historia.
Ambas unidas, la idea directriz y la fuerza propulsora, hacen comprensible esta creación histórica. Exteriormente, la idea directriz atrae como causa finalis y las fuerzas propulsoras mueven desde dentro como causa vitalis . La idea actúa como meta, la fuerza propulsora está actuando constantemente.
En nuestro caso, la fuerza propulsora es la entrega filial y magnánima a la conducción divina que, lenta y progresivamente, fue descorriendo el velo de su misterioso plan respecto a Schoenstatt, según la ley de la puerta abierta, que exhortó e impulsó a su realización. (1951)
Schoenstatt, una esfera en manos de Dios
¿Qué es Schoenstatt? En este contexto hemos dado tres respuestas. La primera nos es muy conocida. Hablando figurativamente, Schoenstatt es una esfera grande, universal; planeado desde la eternidad por Dios como expresión de su inconmensurable amor, sabiduría y omnipotencia; dado a conocer a los miembros de la Familia con el transcurso del tiempo y en consonancia con la ley de la puerta abierta y de la resultante creadora; regalado como una misión para toda la vida, y luego realizado paso a paso. (1963)
Una tierra desconocida
La figura y perfil que la Obra debía asumir un día estaban para mí como ocultos por un velo negro. Todo era ante mis ojos como una inaccesible terra incognita . Como en todos mis proyectos, me atuve cabalmente a las leyes de la puerta abierta y de la resultante creadora. (1957)
La "genialidad de la ingenuidad": Dios nos habla por las circunstancias
Al estar reunidos aquí, irradiamos tanta luz, tanta simplicidad, que casi se podría creer que no tenemos ningún dolor. Y, sin embargo, si pudiéramos amontonar todo nuestro dolor, resultaría un cerro. El sufrimiento es propio de la vida cristiana, pero debe ser iluminado, estar lleno de sol; debe ser clarificado. Y, ¿de qué manera puede ser clarificado? Pienso que por la ley de la puerta abierta y de la fe práctica en la divina Providencia.
Desde aquí podemos intentar penetrar más profundamente en la historia de nuestra Familia. Hoy en la mañana, decíamos que teníamos que destacar dos puntos de la historia. (Primero,) el gran pensamiento central es: El hombre nuevo y la nueva comunidad, con carácter universalista.
Desde un comienzo fue ésta la gran idea. (Segundo,) el camino para la realización de esta idea fue señalado por Dios desde el inicio, mediante la ley de la puerta abierta. Ustedes saben lo que esto significa: Genialidad de la ingenuidad. Incluso me atrevo a decir que, en este sentido, yo soy mucho más "ingenuo" que ustedes. Con esto pienso en la sencillez, en el estar abierto al deseo de Dios, en la disponibilidad de dejar todo, a diestra y siniestra, y dar un sí de corazón a todo lo que Dios dice a través de las circunstancias. Aquí tienen una interpretación de la clásica frase: Omnia Uni, todo sólo al Único, todo orientado a él. Lo que no está orientado a él es secundario. Ésta es la actitud fundamental que todos debemos alcanzar.
Noten de qué forma tan sencilla se ensambla todo en el ámbito de nuestra historia. Encontrarán que Dios ha hablado a menudo mediante escritos sin mayor importancia, que llegaban a nuestras manos. Primero, la historia de Bartolo Longo; antes, el librito: "Medios de salvación para la juventud actual enferma". En sí, al parecer, eran cosas sin importancia. Pero si uno está acostumbrado a tomar cada pequeñez insignificante –aunque sea una mosca– como una señal de Dios, entonces estas cosas ya no son bagatelas. Sólo debo conocer el arte de preguntar: ¿Qué quiere Dios con esto? Pues él tiene una intención con ello.
Tomemos un ejemplo. Los envían a Siberia y no tienen ningún apoyo ni conexión; pero están acostumbrados a percibir a Dios detrás de todo, entonces, saldrán adelante sin lectura espiritual . En la vida misma tendrán constantemente lectura espiritual. Yo creo que Dios puede hablar más claramente en la confusión de la vida cotidiana que en la adoración o en una prédica. De este modo, tendré alimento permanente para el entendimiento. No puedo comulgar, no tengo la santa misa, pero, ¿no tengo acaso la comunión con la voluntad divina en cada segundo? ¿No deberíamos prepararnos para tales situaciones? ¡Sin lugar a dudas! Si no lo hacemos, no vivimos en nuestro tiempo, no hemos visto ni valorado suficientemente a Dios en la vida cotidiana. (1950)
Hijos de la Providencia
No somos "profetas de la lluvia", de desastres, sino "profetas de bendiciones". Somos hijos de la Providencia. Nos anima la victoriosidad de Cristo resucitado, que vence el espíritu colectivista de nuestro tiempo.
Repito: nunca hemos querido ser otras cosa que hijos de la Providencia. Así fue desde el principio, así fue siempre. Kierkegaard se comparó una vez con un pájaro, "profeta de la lluvia". Escribió: "Hay un pájaro que se llama profeta de la lluvia, y así soy yo. Cuando en una generación comienza a concentrarse una tormenta, entonces aparecen esas personalidades que son como yo".
Si se quiere catalogar mi diagnóstico o pronóstico del tiempo como una profecía –sólo en el sentido más amplio de la palabra– entonces su autor merece ser caracterizado no como "profeta de la lluvia", sino como profeta de bendiciones. El no es un pesimista, sino un realista y, a causa de su fe en la divina Providencia, un empedernido e impenitente optimista. Por eso, el panorama que se puede ver a través de la oscuridad del tiempo es siempre tan lleno de luz. Claro que esto supone que los pronósticos y los caminos allí señalados sean tomados en serio. Repito: debemos pasar a la historia solamente como hijos de la Providencia.
Debe ser considerado como cosa segura que sólo los cristianos que poseen una profunda fe en la divina Providencia, están suficientemente armados contra la infiltración del espíritu colectivista. No hay que equivocarse con respecto a la fuerza proselitista del materialismo dialéctico que, en nuestro tiempo secularizado, da una respuesta también secularizada a los impenetrables acontecimientos de la historia y que está empeñado en realizar una marcha de victoria por todo el mundo. No hay que admirarse tampoco de que la Madre tres veces Admirable, desde su Santuario, esté dispuesta a transmitir especialmente el carisma de la fe en la divina Providencia y que haga anunciar cálidamente a todo el mundo el mensaje de la fe en la divina Providencia. Si ella quiere vencer desde allí el espíritu colectivista y realizar la visión de futuro de Schoenstatt, no puede ser de otra manera: debe regalar abundantes gracias en este sentido, reunir en torno a sí a apóstoles de la fe en la divina Providencia y enviarlos al mundo.(1956)
Una fe probada
Para muchos las pruebas y los embates del tiempo debilitan la fe en el Dios providente; para el P. Kentenich las tormentas del tiempo y los múltiples obstáculos y dificultades que Schoenstatt debió enfrentar, afianzaron su fe y el arraigo en el Dios vivo que conduce la historia.
La fe práctica en la divina Providencia es reconocidamente la raíz de nuestro ser y actuar. Quien hiere la raíz pone en peligro la existencia y la fecundidad del árbol. No es difícil comprobar que, en nuestro caso, las tormentas del tiempo no sólo no han soltado ni debilitado la raíz sino que, año tras año, la han ido profundizando y han hecho que se vaya entrelazando, en forma inconmovible, con su terreno y fundamento, con la tierra madre: Dios. Algo semejante se observa en la naturaleza, cuando vemos que las tormentas y el mal tiempo ayudan a que la raíz central de un árbol vaya creciendo con más fuerza en la tierra, para que así, en el futuro, el árbol pueda soportar y resistir más. Basta sólo con pensar en la audacia con que hemos aplicado la ley de la puerta abierta, para interpretar correctamente en cada caso los planes de Dios y vivir así de la fe. Sólo así nos fue posible tomar tranquilos, seguros y sin titubeos, nuestro camino a través de todos los peligros del tiempo. Por eso, la Familia tiene derecho a llamarse por excelencia hijo de la Providencia . (1952)
Descubrir las voces del tiempo a través de problemas
La situación exige asumir con seriedad este principio que ha demostrado su bondad: A través de los problemas y confrontaciones, Dios nos revela lo que quiere que se acentúe en el plano teórico y se realice en la práctica. (1957)
Las dificultades nos fortalecen
Por vía de la ley de la puerta abierta (como lo diría san Pablo) o bien, dicho con nuestra terminología, por vía de las circunstancias del momento, Dios desea que reunamos, profundicemos y demos cohesión a las fuerzas de la Familia, formándolas en el espíritu del Poder en Blanco, de la Inscriptio y del lema anual. (1941)
Schoenstatt, hijo de la guerra
Este texto, de 1949, es al mismo tiempo metafórico y real. Schoenstatt nace y crece entre los dolores de las corrientes de la época, y al mismo tiempo en el escenario real de las dos guerras mundiales. Las trincheras y los campos de concentración son algunos de los ejemplos de la realidad histórica de esta expresión.
Schoenstatt, como miembro de la Iglesia militante, es, como ella, un hijo de la guerra; ha nacido en la guerra y ha crecido en la guerra. Siempre estuvo amenazado por la lucha. Así fue y así debe seguir siendo si quiere ser fiel a su misión original. Por eso, marcha por los tiempos como Israel: En una mano la paleta del albañil; en la otra, la espada (Neh.4, 9-17). Con una construye en forma original el templo del Reino de Dios, el edificio de la Iglesia del futuro; con la otra rechaza a todos los enemigos. El sol que allí alumbra es el rostro de Dios, tal como refulge en el acontecer del tiempo; son las insinuaciones y deseos de Dios, manifestados a través del orden de ser del hombre y de las cosas, y del anudar y desatar los acontecimientos públicos y privados, mostrando a través de ellos el camino, haciéndolos itinerario central del vivir y del actuar. (1949b)
P. Rafael Fernández de A.
Nace en Santa Cruz, (Chile), en 1933. Terminados los estudios de enseñanza media, ingresa a la facultad de arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Santiago. Interrumpe estos estudios para incorporarse en1954 al noviciado de los padres pallottinos, en Suiza.
Cursa estudios de filosofía y teología en la universidad de Friburgo, Suiza, donde obtiene la licenciatura. En 1961 recibe la ordenación sacerdotal. Luego realiza estudios de posgrado en la universidad de Friburgo y en la universidad Gregoriana y el Angelicum de Roma. En 1965 participa en la fundación del Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt. Regresa a Chile en 1966.
En 1947 conoce personalmente al P. José Kentenich, fundador de Schoenstatt. A partir de entonces mantiene múltiples contactos con él. En 1950 se integra a la juventud fundadora del Movimiento de Schoenstatt en Chile.
Concluidos sus estudios en Europa, regresa a Chile para pasar a formar parte del cuerpo de asesores del Movimiento de Schoenstatt en Santiago. Se hace cargo de la asesoría de la Juventud Masculina Universitaria desde 1966 hasta 1982. Durante ese tiempo funda la rama de Pioneros de la Juventud Masculina Secundaria. En 1988 asume la asesoría de la Rama de Hombres y, a partir de 1992, la de la Rama de las Familias del Movimiento, cargo que ejerce hasta el año 2008. Actualmente mantiene la asesoría del Movimiento de Schoenstatt en La Paz, Bolivia, y Lima, Perú.
A partir de 1981 inicia su actividad con Editorial Patris. Movido por su afán pastoral, durante todos estos años desarrolla una intensa y prolongada actividad literaria para poner al alcance del mundo de habla hispana los escritos del P. José Kentenich y difundir en la Iglesia su respuesta a los desafíos de nuestro tiempo.
UN HIJO DE LA PROVIDENCIA
P. Rafael Fernández de A.
$ 8.000 U$S 10,96
LA FE PRÁCTICA EN LA HISTORIA DE SCHOENSTATT RECOPILACIÓN DE TEXTOS DEL P. JOSÉ KENTENICH P. Rafael Fernández de A. (ed) El presente libro, viene a completar una trilogía sobre la fe práctica en la divina Providencia, que se inició con la publicación del libro “Dios Presente”, que recopila textos centrales del fundador de Schoenstatt sobre esta importante temática. “Un Hijo de la Providencia” recoge textos en los cuales el P. Kentenich describe cómo la fe práctica fue la luz que guió todo el desarrollo de la historia de la Familia de Schoenstatt. Son textos que poseen un fuerte carácter autobiográfico.
Ficha Técnica
- ISBN: 978-956-246-691-2
- Edición: 1
- Año de publicación: 2012
- Formato: 14,5 x 21 cms.
- Páginas: 166
- Papel: Bond 80 grs.
- Color del Papel: 1/1
- Tapa: Cuché 300 grs.
- Color de Tapa: 4/0
- Terminación: Poliprolitileno Brrillante
- Encuadernación: Hotmelt