Presentación
Prólogo
Introducción
1º La urgencia del momento: la formación de personalidades libres
1. Ubicación del tema pedagógico
2............... La posibilidad de formar hombres libres
3. Los límites de la influencia
2º Contexto: educación en un tiempo cambio radical en la historia
1. Diagnóstico del tiempo
2. Parámetros del cambio radical
3...... Distinción entre lo permanente y lo transitorio
3º Necesidad de tener un referente seguro
1. Creados a imagen de Dios
2. El recurso al orden de ser
CAPÍTULO I
El contexto actual de la formación
Educar
Lo variable y lo invariable en la educación
1º El anhelo de libertad en el alma del hombre moderno
1. La originalidad del alma moderna
2........... Diversas expresiones del anhelo de libertad
• El ansia de autenticidad
• El anhelo de autodeterminación
• El deseo de participación
• La tendencia a estar siempre informado y en comunicación
2º Repercusión del anhelo de libertad en la educación
1. Los cambios en el ambiente educativo
2. Un cuestionamiento básico
3. La bancarrota de la educación actual
CAPÍTULO II
El concepto de libertad en la educación
1º Las distinciones fundamentales
1. El libre albedrío
• Una ilustración del concepto
• Implicaciones inmediatas de cada opción
• En cada opción se muestra algo de la propia identidad
• Con cada opción se forja algo de la identidad
• Cada opción tiene una connotación moral
2. La libertad
• La libertad exterior o libertad en su sentido amplio
• La libertad propiamente humana
• La sede de la libertad interior
2º Los obstáculos que enfrenta la libertad
1. Obstáculos a la libertad provenientes de la inteligencia
2. Obstáculos a la libertad provenientes de la voluntad
3............. Obstáculos provenientes de las huellas del pecado del origen
4... Obstáculos que provienen de la malicia personal
CAPÍTULO III
Visión global de la conquista de la libertad
1º La libertad es fruto del constante bien uso del libre albedrío
2º La libertad es la culminación de un arduo proceso
1...... El proceso de la libertad como auto-educación
2. La búsqueda de la propia perfección
3º La libertad es medio de auto-realizacón y no un fin en sí
1. La libertad vista como fin
2.. Libertad al servicio del proyecto de vida personal
3. La libertad como camino de vinculación y compromiso
CAPÍTULO IV
Objetivos y caminos de la educación
Una descripción espontánea de un hombre libre
La pedagogía para la formación de un hombre libre es pedagogía del amor
Buscando una fórmula pedagógica simple y práctica
1º Procuren que sus hijos sean capaces de hacer lo que quieren
1. Cuiden que sus hijos superen las trabas del subconsciente
• Los estímulos y las impresiones en la formación del subconsciente
• Asimilación de las impresiones o la indigestión interior
• El grado de saturación en la asimilación de los impactos negativos
• Las causas de las heridas del subconsciente
• Caminos indirectos de asimilación
• Diversos tipos de heridas del subconsciente
Recomendaciones pedagógicas a los padres y educadores
• Protejan cuidadosamente el subconsciente de sus hijos
• Ayuden a curar sus heridas psicológicas, si se han producido
• Mantengan un clima sano en torno a ellos
• Detecten oportunamente las heridas interiores que puedan tener
2. Procuren que sus hijos sean capaces de superar las
trabas provenientes de los apetitos y afectos desordenados
• El mecanismo de las decisiones
• La presión de los apetitos
• Dominio de los afectos
• La disciplina interior
Recomendaciones pedagógicas
• Motívenlos correctamente, sin pretender seducirlos
• Habitúenlos a actuar en conciencia
• Estimulen su lucha por la superación del desorden de sus apetitos
• Utilicen adecuadamente los castigos
• Mantengan un equilibrio en el tipo de estímulos que les ofrezcan
• Defiéndanlos de las tentaciones que los superen
• Protéjanlos de las presiones afectivas
• Protéjanlos de las presiones psicológicas
• Protéjanlos del sentimiento de culpa enfermizo
• Protéjanlos de los sentimientos negativos
2º Procuren que sus hijos quieran lo que saben por si mismos
1. Ayuden a que sus hijos adquieran una cosmovisión
2. Ayuden a sus hijos a que formen su propio criterio y conciencia
3...................... Enseñen a sus hijos a ser razonables
4. Infundan en sus hijos una actitud sanamente crítica
• Al modo de una sana autocrítica
• Al modo de una adecuada selectividad
• Un camino práctico
5..... Protejan a sus hijos de personas manipuladoras
3º Procuren que sus hijos tengan acceso a su bien
1. Despierten en sus hijos el amor a la verdad y al bien
• Denles una buena instrucción
• Muéstrenle grandes ideales
2. Ayúdenles a ser consecuentes con la verdad y con los ideales
• Las motivaciones
3..................... Muéstrenles a Cristo como la Verdad
CAPITULO V
Aspectos metodológicos en la formación
1º Den a sus hijos toda la libertad posible
1. Estimulen a sus hijos para que aprendan a tomar decisiones
• El uso del libre albedrío como capacidad de opción
2.......... Ejerzan con prudencia la labor de suplencia
• El conocimiento de la naturaleza humana.
2º Pongan solo el mínimo de normas y obligaciones necesarias
1... El sentido de las normas y obligaciones mínimas
• El crecimiento humano es paulatino
• El hombre necesita tener experiencia de autoridad normativa
• El hombre es social y está orientado al bien común
2........ Incúlquenles el hábito de una recia disciplina
• ¿Cómo establecer cuál es el mínimo de normas?
• Los puntos neurálgicos
• Un camino para ubicar las obligaciones mínimas
• El margen de riesgo
• El castigo
• La alabanza y la motivación
3º Cultiven especialmente sus capacidades espirituales
1. Ofrézcanle a los hijos un alimento espiritual substancioso
Los alimentos del espíritu
• El alimento más substancioso
Una síntesis coherente
• Procura que adquieran convicciones profundas
• Las motivaciones
2. Enséñenles a podar su propia viña
• Educación de la sensualidad
• Un amor respetuoso al cuerpo
• Una sabia severidad para tratar el cuerpo
• Un sabio ordenamiento y control de los afectos
3. Traten de que se desarrollen en un ambiente sano y enriquecedor
• La influencia del patrimonio familiar
• La gestación del ambiente: selección y elaboración
• Un ambiente adecuado
• El diálogo y el ejemplo
4. Ayúdenles a echar raíces en aquello que los alimenta
5. Muéstrenles a María como el modelo del hombre plenamente libre
El Autor
INTRODUCCIÓN
Estas páginas están orientadas a ofrecer una sencilla contribución a los padres y educadores que tienen que asumir la difícil tarea de formar a la juventud en un tiempo de cambio radical. Tienen de positivo que están de alguna manera respaldadas por la experiencia de muchos papás y educadores que habiendo seguido las pautas pedagógicas del fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt, un educador carismático, han podido comprobar lo acertado de sus orientaciones.
1º La urgencia del momento: la formación de personalidades libres
Al mirar el panorama que presenta la sociedad actual, llegamos a la conclusión de que se ha afectado la persona humana misma. En la medida en que se ha ido vaciando el núcleo de la personalidad, esto es, que no se logra desarrollar plenamente, se va haciendo cada vez más difícil que las personas asuman compromisos estables y creen vínculos sólidos. Esto resiente toda la vida social. Ese es el panorama que estamos presenciando. Esta crisis de personalidad repercute en la estabilidad en la familia y en la misma conducción y animación de la Iglesia. Sin personalidades auténticamente libres no habrá padres de familia responsables ni sacerdotes comprometidos. De ahí la urgencia de formar personalidades auténticamente libres. En este tema centraremos nuestra reflexión.
1. Ubicación del tema pedagógico
Ahora bien, el tema de la educación de un hombre plenamente libre se ubica dentro de una perspectiva ético-pedagógica. Esta dimensión esencial de la educación plantea una serie de cuestiones difíciles. Entre ellas hay dos que se destacan. En primer lugar, el concepto mismo de libertad que ha sido descrito desde ángulos tan diversos que, incluso, llegan a conclusiones contradictorias. En segundo lugar, un hecho, que parece ser más inquietante aún para nuestro intento: hay quienes afirman, no sin fundamento, que el solo hecho de pretender influir en la libertad de una persona, no importa cuál sea la intención, es ya atentar en contra de ella. Establecer un sistema pedagógico equivaldría a atentar en contra de la libertad. Es así como los padres de familia y los educadores, que quieran educar en libertad y para la libertad, necesariamente tendrán que clarificar estos conceptos abriéndose paso entre una maraña de opiniones y conceptos que flotan en el ambiente cultural moderno.
2. La posibilidad de formar hombres libres
Para enfocar bien la reflexión, quisiéramos plantear una pregunta elemental: ¿qué posibilidad tenemos de ayudar a desarrollar la libertad de los hijos y de las personas que debemos acompañar sin destruirla? Partamos de una constatación básica: los padres y, en alguna medida, todos los educadores, influyen decisivamente en las personas que les son confiadas marcándolos para toda la vida. En la práctica, esta influencia se ejerce en dos planos diferentes: A través de la creación del medio vital del desarrollo y a través de las verdades y valores que les proporcionen o dejen de proporcionarles al acompañarlos durante su desarrollo.
El primer plano de influencia lo ejercen los padres creando en torno a los hijos el “nido”, esto es, el ambiente físico, biológico, psicológico y afectivo con el que los rodean desde su nacimiento. Ellos son los responsables de la formación de ese ambiente que, con certeza, marcará al hijo en forma determinante para toda la vida. No es lo mismo crecer en un ambiente acogedor, tranquilo, ordenado y positivo que crecer en un ambiente tenso, desordenado y frío. Las vivencias de la infancia repercuten a lo largo de toda la vida.
El segundo plano de influencia es más sutil; lo ejercen los educadores en la medida en que les transmiten verdades o errores, valores o desvalores. Esto no sucede sólo a través de una transmisión directa, por la enseñanza y la palabra, sino que, especialmente, por la manera cómo ellos encarnan estos valores en su propia vida. Una cosa es evidente: lo quieran o no, los padres y los educadores dejarán la herencia de su espíritu, es decir, influirán en sus decisiones libres. Esta influencia no se agota en el orden puramente psicológico sino que penetra, también, en el espiritual, en el moral, e incluso, en el religioso.
3. Los límites de la influencia
Al introducirnos en el campo ético entramos ya, de alguna manera, en lo que se ha denominado “misterio de la personalidad”. Al adentrarnos en este tema nos topamos con los imponderables del espíritu, que echan abajo cualquier esquema. De hecho, todos sabemos que un padre santo puede engendrar un hijo criminal y al revés, que de un padre criminal puede salir un hijo santo. Esto solamente nos dice una cosa: “no existe un determinismo entre padres e hijos en el plano de la libertad moral”, pero esta constatación no desvirtúa, en ningún caso, el hecho de la influencia que tienen los padres en los hijos. Vamos a reflexionar acerca de la posibilidad de ofrecer la mejor influencia espiritual posible, como un regalo de amor para que estos sean plenamente libres. Partimos de la base que esa influencia es buena cuando sirve de garante a la formación del hombre libre y es mala si anula o disminuye la libertad.
El orgullo de los padres está en sentir que en sus hijos palpita algo de su propia vida. No habrá un padre que no se ufane al ver reproducidos en los hijos algunos de sus propios rasgos. Esto, que ya tiene una notable grandeza en el ámbito de la transmisión de la vida biológica, se hace sublime en la transmisión de la vida espiritual. La culminación de la paternidad se da cuando los padres enriquecen a los hijos con verdades, valores, principios y virtudes, más allá de lo biológico y psicológico. Se sentirán felices si la riqueza espiritual por la que han luchado, se perpetúa como herencia en quienes más quieren. La culminación personal está en la paternidad espiritual y ésta no es otra cosa que una sana influencia espiritual en la libertad del hijo para ayudarle a ser plenamente él mismo en toda su originalidad y riqueza personal, y para que pueda asumir los compromisos y crear las vinculaciones que corresponden a su capacidad de amar plenamente desarrollada.
2º Contexto: educación en un tiempo cambio radical en la historia
El telón de fondo de estas reflexiones está dado por las urgencias del tiempo. Para abordar atinadamente este complejo tema tenemos que situarnos en el contexto histórico en que nos toca educar. Es así como se insertan en el marco amplio del cambio histórico que estamos viviendo, según nos hacen notar los grandes analistas de la historia. En todos los círculos del pensamiento y, especialmente, en aquellos que se sienten más comprometidos con la Iglesia, existe la creciente inquietud acerca de la magnitud, profundidad y repercusiones de los cambios que se están experimentando en la sociedad actual. Esto se ha traducido en una pregunta expectante ¿hacia dónde vamos? Ante ella se remueven las conciencias y surge la inquietud ¿podemos ser simples espectadores frente a esos cambios o debemos dar un aporte positivo para evitar sus consecuencias negativas? ¿qué podemos hacer al respecto?
1. Diagnóstico del tiempo
El P. Kentenich,[1] a comienzos del siglo veinte, también se planteó la pregunta acerca de las dimensiones que tenía el cambio histórico que ya en su tiempo comenzaba a acelerarse. Desde el inicio mismo de su fundación se situó dentro del marco amplio de un cambio radical de época y de la necesidad de dar respuestas efectivas a los problemas que comenzaban a manifestarse en la sociedad. Decía que debido a que la rueda de la historia no tiene vuelta atrás es preciso enfrentar con responsabilidad el cambio histórico de dimensión secular que se está operando. Mostró a gran profundidad que lo más inquietante en los efectos de ese cambio radical se manifiesta en el proceso de desintegración de la personalidad y de la sociedad. Su diagnóstico se ha ido confirmando ampliamente en el transcurso de los años. Para graficar la radicalidad del cambio, lo comparaba con el que se operó en la humanidad cuando ésta pasó de una estructura social nómada a una sedentaria, dando origen a un nuevo orden social, al surgimiento de las ciudades y de la cultura. Estaba convencido que la Iglesia, que ha de realizar su misión evangelizadora en cada época de la historia, debía enfrentar con toda seriedad la profunda crisis de la sociedad y al surgimiento del nuevo tiempo. El mismo se sentía comprometido a ayudar a la Iglesia a llegar a lo que él denominaba “las nuevas playas”. Anhelaba crear un instrumento eficiente que fuera capaz de entregar un aporte a la formación un nuevo tipo de hombre y de comunidad capaz de establecer un nuevo orden social de inspiración evangélica. Los avances de la ciencia y de la tecnología y la aceleración del ritmo de vida han comenzado a tocar el núcleo del alma humana. Por esa razón, pensaba que la respuesta cristiana al cambio sólo era posible a través de la formación de un tipo de hombre y de comunidad adecuada a las nuevas circunstancias que vive la humanidad. No bastaba con mejorar sólo las estructuras. Es interesante mirar la realidad que estamos viviendo actualmente a esa luz para evaluar en qué medida el diagnóstico de ese gran soñador ha sido certero y cuál es la tarea concreta que nos corresponde en esta etapa de la historia.
De una cosa estamos plenamente conscientes: educar actualmente requiere encontrar caminos radicalmente nuevos y adecuados a las nuevas circunstancias. El ritmo de vida ha cambiado y los impactos que tocan el interior de cada persona son desacostumbradamente intensos. Hoy día es mucho más difícil desarrollar el mundo interior para formar personalidades plenamente libres, capaces de asumir compromisos personales y adquirir vínculos sólidos. Por esa razón, todas las relaciones, tanto en el ámbito familiar, eclesial y civil, se han resentido. No sólo se experimentan síntomas de un debilitamiento de la personalidad por una auténtica masificación, sino que, más aún, se perciben manifestación de desintegración social, especialmente de la base de la sociedad que es la familia. Esta se ha hecho inestable y se desintegra con facilidad. Se ha ido llegando a una sociedad fluctuante que se mueve sólo por modas, impulsos, marketing, cosas transitorias e inconsistentes. Desde hace mucho tiempo se percibe que la sociedad no sabe para dónde va, ha perdido el rumbo. El Padre Kentenich hablaba de una “revolución del ser”. Considerando ese panorama, someramente descrito, pensamos que urge encontrar respuestas pedagógicas efectivas que toquen lo más profundo del proceso de formación de las personas.
2. Parámetros del cambio radical
Antes de adentrarnos en el tema propiamente pedagógico, conviene profundizar el concepto mismo de cambio radical de época, a fin de poder diferenciarlo de los múltiples cambios parciales que se operan normalmente a lo largo de la historia. Se afirma que son tres los factores que, al cambiar en forma drástica, determinan la radicalidad de un cambio de época. Se trata del cambio en las imágenes referenciales de Dios, del hombre y de la sociedad y al tipo de relacionamiento que se sigue como consecuencia del cambio de ellas. La cultura misma es expresión de la manera cómo el hombre se relaciona con Dios, con la sociedad y con la naturaleza. Es evidente que, en el ambiente general de la sociedad, se han ido perdiendo estos referentes esenciales que hasta este momento habían marcado la fisonomía de la sociedad en los últimos siglos. Se ha ido transitando de un ambiente social con referentes claros y sólidos (y muchas veces rígidos), anclados en la revelación, el orden de ser y la ley natural, a una carencia total de referentes. Esto se hace sentir en forma muy especial en dos aspectos claves: la prescindencia de mundo trascendente y la confusión respecto a la identidad de los sexos. Eso repercute claramente en dos aspectos neurálgicos: la inestable conformación de la familia y la pérdida del respeto a la vida. En efecto, estos cambios adquieren todo su realismo a través del proceso de desintegración de la familia y de la pérdida del valor de la vida humana. Aborto, eutanasia, inseminación in vitro, etc., son manifestaciones dramáticas de ese proceso ya que todos los valores sociales dependen del valor de la vida y este pasa a llevar permanentemente. Por otra parte, cada día se hace más frágil la relación hombre mujer, que es la base de la familia y de la sociedad. Las teorías de género son sólo un botón de muestra de la confusión existente al respecto.
En cuanto a la relación con el mundo sobrenatural no sólo ha cambiado la imagen de Dios, sino que se puede hablar, como decía el P. Kentenich, de una “fuga de la casa paterna”, esto es, de un abandono de Dios y esto trae como consecuencia natural la desintegración social.
3. Distinción entre lo permanente y lo transitorio
Para responder con eficacia a los desafíos del tiempo, es preciso hacer un esfuerzo de discernimiento profundo entre los elementos transitorios y accidentales que aparecen en cada época de la historia y aquellos que tocan lo permanente de la humanidad. Cambios en aspectos accidentales y secundarios habrá siempre, pero otra cosa muy distinta es cuando esos cambios atentan en contra de aspectos que son esenciales para la vida humana.
La cultura en cada época está definida por las relaciones del hombre con Dios, con los hombres y con la naturaleza. En cada época de la historia habrá aspectos positivos y negativos en cada una de esas relaciones y será tarea para quienes se sientan responsables por aportar positivamente al proceso histórico asumir creadoramente lo nuevo, superar las distorsiones y proteger lo permanente. Aquí estamos hablando de un cambio desacostumbrado porque lo que está en juego son los aspectos permanentes o los referentes esenciales para la vida humana.
La perspectiva básica para orientar el discernimiento será siempre la revelación acerca del hombre como una creatura hecha a imagen de Dios. Su realización en cada época de la historia dependerá de la fidelidad que mantenga a su origen y fin en Dios. El hombre como un ser personal, libre y orientado a la comunidad y con un destino trascendente tendrá que permanecer siempre como el referente esencial. Más allá de las modalidades originales propias de cada época la identidad esencial del hombre debe permanecer. Eso es lo que está en juego actualmente y por eso hablamos de un cambio radical que toca esos referentes.
3º Necesidad de tener un referente seguro
A partir de la imagen de Dios como referente fundamental en la concepción del ser humano, la formación de personalidades libres y de comunidades armónicas y fecundas aparece como una tarea permanente en cada época. En este momento, al enfrentar el proceso de debilitamiento de la personalidad y de la pérdida de una auténtica libertad y percibir el proceso desintegrador en la sociedad, en las personas sanas y responsables surge espontáneamente el anhelo de hacer algo para evitar el caos, pero, cualquier aporte positivo para salir del desconcierto general presupone tener una imagen o modelo claro de persona humana y de sociedad y elaborar una pedagogía que permita revertir lo negativo del proceso de desintegración social formando hombres libres y comunidades fecundas que permitan asumir creadoramente lo que traen los nuevos tiempos. Habrá que asumir los avances científicos y tecnológicos, los procesos democráticos y libertarios, pero sin deteriorar la persona y la comunidad y sin prescindir del Creador.
1. Creados a imagen de Dios
La primera verdad para recuperar la imagen ideal de sociedad se refiere a su origen: la humanidad fue creada a imagen de Dios y, por lo tanto, para los creyentes su referente esencial es esa Comunión de Personas de donde tiene su origen, su fin y sentido. Es así como la familia, en la medida en que responde a su idea original, se constituye en la célula básica y referente de la sociedad en su conjunto y esto se comprueba en su capacidad de formar personalidades libres y originales capaces de vivir en comunión.
2. El recurso al orden de ser
En la búsqueda de los parámetros orientadores en el proceso pedagógico en el tiempo actual es preciso ir más lejos aún. El Creador imprimió en cada creatura su voluntad a través de las esencias de las cosas, esto es, de lo que denominamos naturaleza. A través de ellas definió en toda la creación un principio básico de orientación para todo el quehacer humano. Al ser humano, por ser racional se le ha dado la capacidad de acceder a las esencias de las cosas y así conformar su actuar con la voluntad divina. El orden establecido por la naturaleza de cada realidad define su actuar.[2] Es Dios quien define su plan y lo inscribe en las esencias.[3] Si las creaturas se apartan de ese orden impreso en la naturaleza misma de las cosas, camina hacia el caos y el sin sentido. Mirándose a sí misma y teniendo como referente y modelo a la Santísima Trinidad, la humanidad se realiza plenamente en la medida en que toma la fisonomía de una comunidad perfecta en base a personalidades perfectas. La personalidad perfecta es el hombre plenamente libre, que actúa desde el núcleo mismo de su persona teniendo una conciencia clara y recta y que se siente llamado a darse a los demás para constituir una comunidad solidaria y justa. Esa visión excluye la esclavitud y el libertinaje, el individualismo y la masificación.
Cuando la sociedad se desarrolla sanamente y es fiel a su modelo fundamental, se resuelven armónicamente en su interior todas las polaridades que la tensionan: Se crea una relación armónica entre el hombre y la mujer, entre persona y sociedad, entre libertad y compromiso, etc. Sin eso la historia vive en vaivenes que la llevan a extremos dañinos: machismo o feminismo, individualismo o comunismo, libertinaje o rigorismo opresor.
Biografía
P. Jaime Fernández Montero
Sacerdote del Instituto Secular Padres de Schoenstatt, nació el 16 de octubre de 1932. Cursó sus estudios primarios en el Colegio el Patrocinio de San José de los Padres Salesianos y las humanidades en el Colegio de San Ignacio de los Jesuitas en Santiago de Chile. Realizó estudios de Ingeniería Eléctrica en la Universidad Técnica del Estado.
En 1951 ingresó al Movimiento Apostólico de Schoenstatt y en 1954 fue a Suiza a iniciar su formación para el sacerdocio a fin de dedicarse a dicho Movimiento. Estudió Filosofía y Teología en la Universidad de Friburgo en Suiza y complementó estudios en París, Lovaina y Lisboa. Fue ordenado sacerdote por Monseñor Manuel Larraín en Friburgo el 16 de Julio de 1961.
Realizó su primer trabajo sacerdotal como asesor del Movimiento de Schoenstatt en Portugal y como Director del Pensionado Universitario San Nicolás de Lisboa. De 1968 a 1972 fue asesor de matrimonios y de juventud en Santiago, Viña del Mar y Quito. De 1968 a 1972 fue Director de la Casa de Formación de La Florida y participando, al mismo tiempo, durante seis años en el Directorio de CONFERRE. Desde 1972 a 1984 trabajó como asesor de matrimonios y de juventud en el Movimiento de Schoenstatt de Valparaíso y Viña del Mar. Desde 1979 a 1984 fue profesor de Teología Moral y de Mariología en el Seminario Mayor San Rafael de Valparaíso y Ética en Ingeniería Naval. De 1984 hasta 1992 se radicó en Quito Ecuador para fundar el Movimiento en ese lugar. Desde 1983 a 1992 hizo un servicio de retiros y cursos de renovación para sacerdotes en Puerto Rico y México. Desde 1984 a 1992 fue profesor y asesor pastoral en la universidad Católica de Quito.
Es autor de numerosas publicaciones sobre espiritualidad, matrimonio y familia como Matrimonio Vocación de Amor, Caminos de Autoeducación, La Educación de los Hijos, en cuatro tomos; Diálogo Conyugal, Perspectiva Cristiana del dolor Humano, Personalidad, madurez y masificación, Originalidad y Complementación de los Sexos, etc..
En agosto de 1992 volvió a Chile para asumir la Dirección del Departamento de Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de Santiago cargo en que permaneció hasta el 8 de noviembre de 1997 en que fue designado por el Sr. Cardenal Carlos Oviedo como Titular de la Vicaría para la Familia. Desde marzo de 2008 presta su servicio a la Arquidiócesis de Santiago como Delegado Episcopal para la Pastoral Hospitalaria.
[1] P. José Kentenich, 1885-1968, sacerdote alemán, fundador de la Obra de Schoen-statt y reconocido pedagogo
[2] “Ordo essendi est ordo agendi”.
[3] Sócrates, sin tener acceso a la revelación, llega también a la conclusión de que la norma ética fundamental, lo que delimita lo bueno o lo malo, es la concordancia con las esencias.
P. Jaime Fernández
Nació el 16 de Octubre de 1932, se ordenó sacerdote del Instituto Secular Padres de Schoenstatt en 1961.
En su larga trayectoria (38 años) de labor pastoral ininterrumpida, con familias. En estos dias ocupa el cargo de Vicario Episcopal para la familia.
Sus libros más difundidos entre ellos son "Matrimonio Vocación de Amor" "Diálogo Conyugal" "Originalidad y Complementación de los Sexos" y "La Educación de los Hijos" todos traducidos en otros idiomas y difundiods en otros paises.
CÓMO FORMAR PERSONALIDADES LIBRES
P. Jaime Fernández M.
$ 8.000 U$S 13,33
En este libro, el autor aborda uno de los temas más urgentes de nuestro tiempo, la necesidad de crear un sistema educativo que permita formar a los hijos como personalidades auténticas, es decir, personas que maduren en todos los aspectos de su vida y sean plenamente libres y fecundas. Lo más sustantivo del libro está en la clarificación de tres temas de fondo: el concepto de libertad, los caminos para lograrla y las pistas pedagógicas que permitan a los padres y educadores entregar un aporte efectivo a las nuevas generaciones asumiendo las características irreversibles del nuevo tiempo y del alma moderna.
Ficha Técnica
- ISBN: 978-956-246-543-4
- Edición: 1ª
- Año de publicación: 2011
- Formato: 15 x 21 cm.
- Páginas: 130
- Papel: Bond ahuesado 80 grs.
- Color del Papel: 1/1
- Tapa: Couche 300 grs
- Color de Tapa: 4/0
- Terminación: Poliprolitileno brillante
- Encuadernación: Hotmelt