PRESENTACIÓN
I. INTRODUCCIÓN
1. Una nueva pedagogía para una nueva época de la historia
2. Un claro carisma pedagógico
3. Una tarea que exige aún un mayor compromiso
II. PROPUESTA DE SISTEMATIZACIÓN
1. Principales escritos pedagógicos del P. Kentenich
2. Necesidad de una elaboración ulterior
3. Posible sistematización del sistema
III. PRESUPUESTOSDEL SISTEMA
1. Una mentalidad orgánica-providencialista
2. Los tres principios básicos del sistema pedagógico kentenijiano
2.1. Primer principio: El orden de ser determina el orden de actuar
2.2. Segundo principio: La armonía entre naturaleza y gracia
2.3. Tercer principio: La ley fundamental del amor
IV. META DE LA EDUCACIÓN
1. En general
2. En particular
2.1. Un hombre libre
2.2. Un hombre comunitario
2.3. Un hombre arraigado en el mundo sobrenatural
2.4. Un hombre apostólico
2.5. Un hombre mariano
V. QUÉ SE ENTIENDE POR EDUCAR
1. Aclaración de algunos términos
2. Qué significa educar
VI. EL ETHOS DEL EDUCADOR
1. Imágenes negativas del educador
1.1. Según lo que orienta su actuar
1.2. Caracterización según su grado de unión a Dios
1.3. Caracterización desde el punto de vista de la autoeducación
2. La persona del educador según la visión del P. Kentenich
2.1. El educador educado
2.1.1. La autoformación del educador
1) Una autoformación sistemática
2) Consecuencias de la carencia de autoformación
3) Hacer propio el esfuerzo del educando por alcanzar el ideal
4) Asociarse comprometiendo la dimensión instintiva
2.1.2. La superación del infantilismo
1) Necesidad de superar el infantilismo
2) Diversos tipos de infantilismo
2.2. Paternidad y maternidad sacerdotal
2.3. La actitud fundamental del educador: respeto y amor
2.3.1. La educación para el respeto
2.3.2. Cómo educar en uno mismo la actitud de respeto
2.3.3. Cómo educar la actitud de respeto en el educando
2.4. El educador concebido como un instrumento del Señor
2.4.1. Necesidad de educadores que vivan de la fe
2.4.2. Un educador orante
El Autor
I. INTRODUCCIÓN
1. Una nueva pedagogía para una nueva época de la historia
El P. Kentenich estuvo siempre atento a lo que le señalaba el Dios de la vida. Su consigna era: “Con el oído en el corazón de Dios y la mano en el pulso del tiempo”. Su mirada se dirigía a la nueva cultura emergente, o como solía decir, hacia los ”novísimos tiempos”.
Siendo esa su perspectiva no es extraño que pronto haya detectado que la gran batalla de los tiempos se estaba dando y se iba a dar cada vez más en el campo de la educación. Más que la economía, más que los sistemas políticos, los avances de la técnica o lo que pudiesen dictar nuevas leyes, lo decisivo para el futuro de la humanidad y de la Iglesia sería la educación. Cuando se está decidiendo el destino del mundo por siglos, este tema debía pasar a primer plano.
Hoy es palpable la crisis mundial en cuanto a la educación; lo cual adquiere en la Iglesia una relevancia especial, por el desvalimiento que esta muestra en relación a la educación de la fe y carencia de métodos eficaces capaces de captar al hombre actual para un encuentro con el Dios vivo. En una carta al P. Menningen, estrecho colaborador suyo, explica el P. Kentenich:
Nietzsche escribió en 1875: “Alguna vez no habrá idea alguna que no sea la de educación”. En esta frase se hace referencia a un tiempo en que la educación estará tan en primer plano que todos los demás asuntos e intereses ya no se manifestarán de forma especial. ¿No nos estaremos acercando más y más a ese tiempo? Hoy en día, el tiempo ya lleva en la frente la señal de aquello a lo que se refiere la frase. Por todas partes se escucha desde los tejados la idea del hombre nuevo en la comunidad nueva, aquí con un cuño cristiano, allá con un cuño no cristiano o anticristiano. ¿Qué puede resultar más obvio que, en la medida en que se esté captado por el ideal, se pondere en todas partes la educación como la gran panacea para configurar de nuevo el mundo?” (Carta al P. Menningen, 1954).
El hecho de ser un Movimiento de educación y de educadores proviene en último término del carisma que el Dios vivo entregó al fundador de Schoen-statt. Su Obra es heredera de ese carisma, debe conservarlo en su originalidad propia y desarrollarlo en bien de la Iglesia. El fundador afirmaba que él, desde muy temprano, poseía una especie de “idea congénita”, a saber, la necesidad de formar un hombre nuevo en una nueva comunidad, que respondiese a los desafíos de la época. Junto a esta idea, que albergaba en su interior, poco a poco despertó en él algo que llegó a ser como su “segunda naturaleza”, a saber, su vocación de educador.
En su primer trabajo como sacerdote –como profesor de latín y alemán, en el seminario de los palotinos–, ya pone en práctica un nuevo sistema de enseñanza, más participativo y personalizado. Pero en definitiva, lo que despierta en él con fuerza su vocación pedagógica es su nombramiento como director espiritual de los seminaristas. Desde ese momento queda definida su vocación de educador como rasgo esencial de su misión personal. En la primera charla que da a los alumnos del seminario menor de los palotinos, conocida más tarde como Acta de Prefundación de Schoenstatt, manifiesta su estilo como educador, estilo que se irá concretando y profundizando a lo largo de toda su vida. Escribe al P. Menningen:
Para entender lo dicho, debes recordar que, como un auténtico hijo de la Providencia, en 1912 concebí el encargo educativo, que recibí a través del nombramiento de Director Espiritual, como una indicación del camino por parte de Dios para toda mi vida. Huellas de esa misma disposición hallarás con claridad en el Acta de Prefundación. Allí puede leerse:
“Y ahora, sin intervención alguna de mi parte, viene mi nombramiento como director espiritual. Así pues, ha de ser ciertamente la voluntad de Dios. Por eso, acojo tal voluntad firmemente decidido a cumplir de la manera más perfecta todos mis deberes para con todos y cada uno de ustedes. Con lo dicho me pongo a disposición con todo lo que soy y lo que tengo[1]: mi saber y mi ignorancia, mi capacidad e incapacidad, pero, sobre todo, mi corazón”.
Con ello se había signado y determinado mi futuro camino de vida como educador. Todo, sin excepción, fue subordinado y sacrificado a esa llamada y vocación divina. El alma estaba tan fuertemente colmada por ella que mis vínculos interiores con el lugar de gracias, presumiblemente planeado por Dios, se establecieron de inmediato tan pronto como la idea del mismo entró en mi esfera consciente. Con qué intensidad me movía interiormente la vocación a la educación, podrás inferirlo a partir del hecho de que el programa establecido en el Acta de Prefundación se convirtió, sin más, en mi propio programa de vida y de educación. El mismo contiene en germen todo lo que después se ha hecho realidad en la historia de Schoenstatt.
(Carta al P. Menningen 1954)
2. Un claro carisma pedagógico
Schoenstatt es un Movimiento de Iglesia de carácter múltiple, formado por diversas comunidades, organizado en forma federativa; es un Movimiento mariano, extendido hoy a lo largo de los cinco continentes, comprometido en gran cantidad de tareas apostólicas. De allí la necesidad de visualizar en esta diversidad, su carisma específico, es decir, lo que Dios quiso regalarle como misión en el seno de la Iglesia y a su servicio. La controversia que se generó a raíz de la Visitación Apostólica que llevó a cabo en 1949 el obispo de Tréveris, ofreció al fundador la oportunidad de puntualizar que Schoenstatt siempre fue concebido por él como un Movimiento “de educación y de educadores”.
Por eso, cuando responde a las observaciones que hizo el Visitador, manifiesta su complacencia de que por fin se considere a Schoenstatt desde la óptica que corresponde. Sus palabras son claras y convincentes. Las cito al inicio de este texto porque están en la base de todo lo que expondremos más adelante. Dice así:
El Informe menciona que el “problema de Schoen-statt” puede ser contemplado desde cuatro puntos de vista: dogmático, jurídico, organizativo-pastoral y pedagógico.
Se declara como inobjetable la enseñanza dogmática y el sentido eclesial que se fundamenta en ella: su ideario teológico es, en cuanto a su contenido, ortodoxo y eclesial.
Se toca fugazmente el aspecto jurídico en las conclusiones y medidas a tomar, que proponen una pronta redacción de las constituciones definitivas. Ya que esta tarea le compete directamente a la Santa Sede en virtud del Pro Decretum Laudis, no es necesario entrar aquí en esa materia (al menos no en detalle).
La inserción organizativa en la pastoral ordinaria es cosa del episcopado. El Informe pone de relieve que la cohesión del Movimiento de Schoenstatt dificulta dicha inserción pastoral. Tal dificultad podría allanarse fácilmente si se distingue con mayor exactitud entre Institutos, por un lado, y Federación y Liga, por otro. Los Institutos quedan al margen de la cuestión porque ya han encontrado su lugar en la estructura eclesiástica –como las Hermanas de María– o bien porque están en trámite de lograrlo –como los demás Institutos–. En cuanto sean reconocidos como institutum saeculare, queda resuelta también para ellos la cuestión de su inserción.
De este modo, sólo resta la Federación y la Liga. Ahora bien, ninguno de las dos revisten el carácter de Familia estricto, lo cual se percibe como dificultad. En el fondo, el temor manifestado no tiene razón de ser.
Por lo tanto, sólo queda el aspecto pedagógico como objeto de discusión. Más exactamente, se trata aquí de Schoenstatt como problema pedagógico. El Informe (del Visitador) afirma que “el problema de Schoenstatt no es en primer lugar de carácter dogmático doctrinario, sino más bien pedagógico práctico”.
De esta manera, nos movemos finalmente en el plano en el cual Schoenstatt, desde el principio, quiso ser valorado y juzgado. Tomamos la posición que constituye la única perspectiva desde la cual puede entenderse Schoenstatt. Contemplamos la dirección hacia la cual apunta su misión para la época. Estamos nombrando el campo en el cual Schoenstatt habrá de significar una bendición o una maldición para la Iglesia.
“Nunca quisimos ser un Movimiento dogmático, filosófico o psicológico, sino sólo oficial de enlace entre ciencia y vida. Nuestra ascética y nuestra pedagogía quieren ser dogmática, filosofía y psicología aplicadas” (Carta de Octubre de 1948).
Desde el principio nos hemos considerado sencillamente como un marcado Movimiento de educadores, de educación, de apostolado, y deseamos que la historia nos juzgue como tal y sólo en calidad de tal.
Luego de esclarecer cuál es el sentido y misión fundamental de Schoenstatt, el P. Kentenich destaca que su pedagogía y espiritualidad se concibieron y desarrollaron cara a los problemas de la época, como un tiempo de cambio histórico extraordinario. Continúa su exposición diciendo:
Al entendido en la materia no le resultará difícil ampliar el tema y contemplar a Schoenstatt como símbolo por excelencia del problema pedagógico de los Institutos Seculares[2]. Para que dichos Institutos sean capaces de desarrollarse y ser fecundos necesitan una legislación y un sistema pedagógico propios. Y esto último tal vez más que lo primero. Nosotros creemos tener una misión en este sentido, por eso sometemos con gusto nuestro sistema al debate público.
Quien esté al tanto de la situación pedagógica del tiempo actual y conozca su relación con la catástrofe de Occidente; quien esté familiarizado con los intentos de rescatar a este último, ampliará espontáneamente el marco y podrá así contemplar a Schoen-statt como símbolo de la problemática pedagógica de todo Occidente. Esta crisis es la que le ha dado los más fuertes impulsos a Schoenstatt, la que inspiró sus objetivos y leyes fundamentales, sus medidas y trascendencia. Schoenstatt es un espejo de los interrogantes existenciales y vitales de Occidente, pero también un compendio de sus intentos de solución. El lugar donde se gestó y nació quiere y debe seguir siendo su lugar de trabajo, su taller.
Hace igualmente el P. Kentenich un alcance a la Acción Católica, en esa época especialmente presente en la Iglesia de Latino América, donde él se encontraba.
Más aún, quien haya tenido oportunidad de estudiar el estado actual de la Acción Católica en el extranjero; quien haya tomado contacto con hombres que estén en la dirigencia, sabrá que en todo el mundo la Acción Católica enfrenta el mismo problema: la cuestión de una educación acorde a la época. La solución que se dé a la misma, decidirá la subsistencia o muerte de la Acción Católica. En el extranjero los frentes se han endurecido en muchos aspectos; han perdido el norte y ya no pueden avanzar más. Por eso en todas partes se escucha el clamor por un movimiento que sea un neto movimiento de educadores y de educación, tal como deseamos serlo nosotros. (…)
Nos atenemos, agrega el P. Kentenich, a la ley formulada por san Agustín: “Dios creó el mundo sin nosotros, pero no quiere redimirlo sin nosotros”. Vale decir que Dios exige nuestra participación lúcida y enérgica también en el reordenamiento del mundo de hoy. (Epístola Perlonga, 1949)
3. Una tarea que exige aún un mayor compromiso
Después de sus viajes el P. Kentenich acostumbraba escribir un informe con sus reflexiones. En 1948, luego de haber visitado Norteamérica, se refiere al carisma pedagógico de Schoenstatt. En este informe hace afirmaciones semejantes a lo que expuso al Visitador como respuesta a sus objeciones. Hace, además, un alcance especialmente importante para nosotros, ya que se refiere a que aún falta mucho para lograr los objetivos señalados y que para ello se requiere del compromiso de más educadores hechos y derechos.
Escribe:
Así pues, es tiempo de hacer crecer en nosotros, con más fuerza que hasta ahora, la consciencia de que somos una marcada comunidad de educadores y de educación, y de que, por eso, debemos también prestar un servicio especial a la Iglesia en ese ámbito.
Una mirada retrospectiva a la historia de nuestro desarrollo nos hace advertir que toda la Familia de Schoenstatt debe su existencia y florecimiento a un encargo educativo divino (a través de los superiores y de las circunstancias de los tiempos). Nos advierte asimismo que, tal como se ha expuesto más arriba, la Familia ha creado un sistema original de educación y de pastoral y se ha orientado invariablemente por él, y que el mérito principal que ha obtenido hasta ahora estriba realmente en este campo.
Desde luego, con esto no se pretende afirmar que ya hayamos alcanzado resultados definitivos. ¡Por el contrario! Creo poder demostrar que, en la mayoría de las cosas, nos hemos quedado a mitad de camino. Posiblemente, circunstancias desfavorables de los tiempos y la sobrecarga de trabajo hayan traído consigo que, si bien contamos con un sistema claro, tenemos demasiado pocos educadores de ambos sexos realmente talentosos, formados en la especialidad y comprobados en la práctica de modo que obtengan de nuevo para la Familia, en la opinión pública, la fama de ser un movimiento de educadores y de pastoral que cuenta con la gracia de Dios”. (Informe de Norteamérica II, 1948)
[1] El P. Kentenich omite aquí algunas palabras que aparecen en el texto original del Acta de Prefundación. Dice él mismo (se subrayan las palabras omitidas): Con lo dicho me pongo enteramente a vuestra disposición con todo lo que soy y lo que tengo” (N. del t.).
[2] Los Institutos Seculares son un nuevo tipo de comunidad cuyos miembros viven en medo del mundo. Su aprobación oficial por la Iglesia se había realizado en 1948 a través de la constitución apostólica “Provida Mater Ecclesia”. Más allá de la necesaria base jurídica, el P. Kentenich insiste en la necesidad con que estas comunidades cuenten cono una pedagogía y espiritualidad adecuada a su carácter propio.
Fernández de A., P. Rafael
P. Rafael Fernández de A. Nace en Santa Cruz, (Chile), en 1933. Terminados los estudios de enseñanza media, ingresa a la facultad de arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Santiago. Interrumpe estos estudios para incorporarse en1954 al noviciado de los padres pallottinos, en Suiza. Cursa estudios de filosofía y teología en la universidad de Friburgo, Suiza, donde obtiene la licenciatura. En 1961 recibe la ordenación sacerdotal. Luego realiza estudios de posgrado en la universidad de Friburgo y en la universidad Gregoriana y el Angelicum de Roma. En 1965 participa en la fundación del Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt. Regresa a Chile en 1966. En 1947 conoce personalmente al P. José Kentenich, fundador de Schoenstatt. A partir de entonces mantiene múltiples contactos con él. En 1950 se integra a la juventud fundadora del Movimiento de Schoenstatt en Chile. Concluidos sus estudios en Europa, regresa a Chile para pasar a formar parte del cuerpo de asesores del Movimiento de Schoenstatt en Santiago. Se hace cargo de la asesoría de la Juventud Masculina Universitaria desde 1966 hasta 1982. Durante ese tiempo funda la rama de Pioneros de la Juventud Masculina Secundaria. En 1988 asume la asesoría de la Rama de Hombres y, a partir de 1992, la de la Rama de las Familias del Movimiento, cargo que ejerce hasta el año 2008. Actualmente mantiene la asesoría del Movimiento de Schoenstatt en La Paz, Bolivia, y Lima, Perú. A partir de 1981 inicia su actividad con Editorial Patris. Movido por su afán pastoral, durante todos estos años desarrolla una intensa y prolongada actividad literaria para poner al alcance del mundo de habla hispana los escritos del P. José Kentenich y difundir en la Iglesia su respuesta a los desafíos de nuestro tiempo. |
LA PERSONA DEL EDUCADOR, EL SISTEMA PEDAGÓGICO KENTENIJIANO
P.RAFAEL FERNÁNDEZ DE A.
$ 8.000 U$S 11,43
Colección: Pedagogía Kentenijiana N.1 El carisma del fundador del Movimiento de Schoen-statt es sin duda un carisma marcadamente pedagógico. La colección “Pedagogía Kentenijiana”, quiere presentar una visión amplia del pensamiento pedagógico del P. Kentenich, basándose fundamentalmente en sus escritos. Su autor, el P. Rafael Fernández, pone así al alcance tanto de los miembros del Movimiento de Schoenstatt como también de todos aquellos que tienen en la Iglesia una vocación pedagógica-pastoral, este valioso material que sin duda puede serles de gran utilidad.
Ficha Técnica
- ISBN: 978-956-246-700-1
- Edición: 2
- Año de publicación: 2014
- Formato: 14,5 x 21 cm.
- Páginas: 182
- Papel: Bond 80 grs
- Color del Papel: 1/1
- Tapa: Cuché 300 grs.
- Color de Tapa: 4/0
- Terminación: Poliprotileno opaco
- Encuadernación: Hotmelt