CAP. I
Madre de la Santa Esperanza
Queridos hermanos:
En lenguaje popular este domingo es llamado Gaudete, o también Laetare. ¿De dónde viene esto y qué significa? El que coja el texto de la Misa, verá que la liturgia de hoy comienza con la palabra gaudete,"alégrense". San Pablo nos advierte que debemos alegrarnos. No solo alegrarnos una vez, ¡no, alegrarnos siempre, gaudete semper! En toda situación de la vida debemos alegrarnos. Esto quiere decir que la actitud fundamental cristiana debe ser en toda situación la alegría.
Y ya que esto es tan importante, San Pablo repite: Iterum, iterum dico, "Repito una y otra vez". Lo que se está siempre repitiendo debe ser, por supuesto, muy importante. ¿Qué es lo que repito? ¡Alégrense ahora también ustedes! ¡Alégrense sinceramente, alégrense de corazón! Claro que también se agrega la otra palabra: ¡Alégrense en el Señor! En toda circunstancia. Así pues, si aquí en la tierra todo está revuelto: El Señor es el mismo, el Señor está sobre todo. ¡Alégrense siempre! Una y otra vez les exhorto: ¡Alégrense en el Señor!
Estas palabras son citadas ahora, en medio, en cierto sentido en la cima del tiempo de Adviento, que es de por sí un tiempo muy importante –nos recuerda del yugo del pecado que llevamos, de la esclavitud del apego al mundo– ¿por qué precisamente ahora? Leemos una vez más el texto: "Porque el Señor está cerca". El Señor está cerca. Él viene. ¿Cuándo viene? Viene en la Navidad, toca nuevamente la tierra, quiere adentrarse nuevamente en nuestros corazones. Dominus enim prope est, "El Señor está verdaderamente cerca".
Y entonces, el texto de la Sagrada Escritura agrega otras palabras como complemento. Así debe ser entendido el texto que ahora sigue. Como Yahvé quiere venir, así como quiere enviar a su Hijo, para hacer retornar a Jacob-Israel del destierro, de la esclavitud, así debemos esperar a que el Señor venga en Navidad -esto es muy pronto- para soltar nuestras cadenas: las cadenas del pecado, las cadenas del apego a lo terreno, de los grillos que una y otra vez nos encadenan a la tierra, nos esclavizan a las cosas terrenales. Este es el tono fundamental del pensar cristiano, del sentimiento de vida cristiano.